Oh Guía T, ¿por dónde comenzar? Bueno, lo mejor es describirla como un librito con todos los mapas de la ciudad de Buenos Aires. Pero en realidad es más que eso. Es capaz de responder la eterna pregunta que tanto turistas como no turistas siempre se harán en una ciudad tan monstruosamente grande como esta: "¿cómo demonios llego a tal sitio?". Vayamos al cómo se usa.
lunes, 25 de julio de 2011
La Biblia, el Quijote y la Guia T
Oh Guía T, ¿por dónde comenzar? Bueno, lo mejor es describirla como un librito con todos los mapas de la ciudad de Buenos Aires. Pero en realidad es más que eso. Es capaz de responder la eterna pregunta que tanto turistas como no turistas siempre se harán en una ciudad tan monstruosamente grande como esta: "¿cómo demonios llego a tal sitio?". Vayamos al cómo se usa.
jueves, 21 de julio de 2011
La semifinal en la sala de Ricardo
* El Venezuela - Ecuador me tocó verlo con un amigo en un bar en Paraná, una ciudad cercana a Santa Fe, a donde viajé a ver un partido de Colombia. ¿Que por qué viaje a ver a Colombia y no me digné a ver a la vinotinto? Distancia entre Buenos Aires y Sante Fe: 478 km. Distancia entre Buenos Aires y Salta: 1510 km. Todo está dicho.
* El Venezuela - Paraguay (Round 1) me tocó verlo en la comodidad de mi sala, con un grupo de amigos. Teniendo en cuenta las pasiones que se vivieron en ese encuentro quizás lo mejor hubiese sido verlo en otro sitio. Tumbé una copa de vino luego del, ya legendario, cabezazo de Renny.
* El Venezuela - Chile me tocó verlo en una estación de servicios en la ciudad de La Plata. Como había comprado entradas para cuartos de final con la esperanza de ver a la vinotinto y lamentablemente no quedaron primeros en su grupo, me tocó ver el Brasil - Paraguay en el estadio y luego salir a buscar como un loco un sitio con televisor para poder ver a mi selección. El único sitio que encontré (y que encontraron unos nueve venezolanos más en mi misma situación) fue el cafecito de una estación de servicios. Luego de los 90 minutos estábamos todos brincando como si fuésemos amigos de siempre, felices por el pase a semifinales.
Para la semifinal quise vivir algo que aún no había podido vivir en esta Copa: ver un partido de la selección con un grupo grande de amigos venezolanos. Es decir, amigos que conociese por más de dos horas por lo menos, no como los de la gasolinera. Y así fue, asistí a casa de Ricardo, que se había convertido durante la Copa en la cueva del fanático vinotinto, el recinto de venezolanidad exacerbada por excelencia en Buenos Aires.
Su sala, es de 6 x 3, aproximadamente. Su televisor no sobrepasa las 22 pulgadas. No son exactamente las condiciones ideales para reunirse a ver el partido. Pero no fue limitante para meter a 25 personas ahí confinadas, inspiradas por un mismo deseo de apoyar al equipo en su segundo encuentro contra Paraguay. Sentado en el piso con un vaso de cerveza entre mis piernas y un incesante griterío en mis oídos, imaginé que este ambiente sin duda alguna se estaría repitiendo en miles de hogares venezolanos, en espacios de todo tipo, desde plazas hasta cafés, pasando por salas aún más pequeñas que esta. Esa sensación me acompañó durante todo el partido. Cuando escuchamos el himno, cuando gritamos el gol anulado. Me sentía parte de algo mucho más grande que la sala de casa de Ricardo. Cuando Renny hacía una parada coreabamos sin cesar su nombre. Cuando el arbitro pitaba falta lo insultábamos con una retahíla de fuertes improperios a todo pulmón, como si supiésemos que él los estaba escuchando, que le dolían. La sala estaba llena de personajes, desde aquellos expertos en fútbol que analizaban cada movida de Farías, cada posición adelantada, hasta aquellos más alejados del televisor que le preguntaban a los de más adelante a quién habían puesto en el lugar del suspendido Tomás Rincón; desde los que pedían, sin suerte alguna, que el grupo bajase un poco los decibeles, hasta el fanático beisbolero que gritaba “¡un hit!” de forma irónica cada vez que Venezuela atacaba. Fuera del estadio, dudo existiese un lugar más alegre que esta sala durante la semifinal.
En mediotiempo pusimos salsa. Dimensión Latina para ser más preciso. Al finalizar tiempo regular sonó joropo en las cornetas. Hacia el final del complementario le estábamos dando a capella, con una versión libre y valentonada de “Venezuela, Venezuela, bandera venezolana”. El piso para ese entonces era un desastre, lleno de cervezas regadas y un coleto que rodaba de mano en mano. Pero poco importó para el momento de los penales. Al igual que los jugadores de la selección nos abrazamos de rodillas, rezando cada uno a su manera porque Renny bloquease algún disparo, porque un paraguayo botase un chute, porque Maldonado, Arango y el rejuvenecido Rey hicieran lo suyo. El silencio suplantó la algarabía luego del penal fallido de Lucena, la angustia nos sobrecogió al llegar el último cobro. Golazo. 5 a 3 a favor de Paraguay. El televisor se apaga. Algunos se levantan y salen a la terraza. Uno llora en el piso mientras varios lo consuelan. Muchos, incluyéndome, racionalizamos la situación. “Merecimos ganar, jugamos mucho mejor”. Nadie quiere pensar en el tercer lugar. La tristeza reina.
Si este fue un fiel reflejo de todos los lugares donde se vivió el encuentro de semifinal entre Venezuela y Paraguay, uno pensaría que cabe decir que fue un día muy triste para ser fanático de la vinotinto. Pero todos sabemos que eso no es verdad. El hecho de que nos duela significa que nos importa, que sabíamos que estábamos para más pero fallamos por muy poco. El día siguiente, luego de aliviarse el dolor y llegado el momento de recoger los vidrios, entendí que la Copa no es un final, sino el primer paso hacia la meta que cada vez se ve más alcanzable: llegar al mundial. Con suerte, el día que eso pase, los que estábamos en la sala de Ricardo y en todos los hogares venezolanos ese 20 de julio contra Paraguay, recordaremos esto como una lección que valía la pena aprender a tiempo. Una lección y nada más.
Pedro, el infiltrado
domingo, 17 de julio de 2011
10 razones para amar a esta selección vinotinto
jueves, 14 de julio de 2011
Sobre Facundo Cabral
Un concierto de Facundo Cabral era una experiencia única. Yo lo vi en una sola ocasión, recien llegado a Buenos Aires en 2009. En esa ocasión me acompañó mi padre y la negrita (su esposa). Yo había recién descubierto que mi padre era tal admirador del trovador argentino y me sorprendió mucho cuando, frente a un afiche que anunciaba su concierto en un teatro porteño llamado ND Ateneo, había compartido con nosotros la idea de asistir.
El concierto fue un sábado, a sólo 2 semanas de que ellos regresasen a Caracas y me dejasen para empezar a vivir mi nueva etapa de vida. Así que mis emociones de por si estaban tan a flor de piel que así hubiésemos ido a ver un concierto de rock habría encontrado un grado sensible superlativo en lo que veíamos. Pero no era un concierto de rock. Era un concierto de Facundo, un viaje por la mente de un hombre que veía las cosas con igual grado de humor y de crítica social, un sujeto que confiaba sinceramente en que el mundo podía arreglarse con sólo amor. Sus palabras quedaría resonando en mi cabeza durante muchos días, mucho después de que mi padre ya no estuviese, como un eco de los últimos (y hasta ahora únicos) momentos que viví con el acá. Lo escuchaba posteriormente y me transportaba a esa noche de febrero, sentado en un bar con mi papá, conversando lo tanto que nos había gustado lo que había cantado y recitado el maestro.
Y es que Facundo tenía esa capacidad de resonar más allá de una primera escucha. Sus observaciones acerca de los argentinos, por ejemplo, sólo las entendí a medida que paso el tiempo, a medida que me sumergí más y más en esta cotidianidad. Mi papá y yo nos quedamos, por ejemplo, pegados en una frase que decía que los argentinos eran aquellos que "a toda solución le encontraban un problema". En el momento me causó gracia, pero hoy día, dos años después de haberla escuchado, es que creo que la logro entender a cabalidad.
Me enteré de su fallecimiento mientras viajaba en autobús a una ciudad llamada Santa Fe para ver un partido de la Copa América. Ahí me llego un mensaje de texto de Vicky que me afectó como si hubiese sido una noticia de un ser cercano a mi. A la media hora mi mamá me envió un correo que leía "Facundo fue la inspiración para todos los soñadores por un mundo mas justo y redimido". A la hora de haberme enterado le mandé un mensaje a mi papa contándole la noticia. De esa, mi papá aún no se ha recuperado. Tan sólo ayer, cinco días después de su asesinato, me mandó un correo en el que comentaba que era "increíble que el predicador de la paz haya muerto bajo esas circunstancias". Era Facundo algo que nos une y nos unirá por siempre.
Para finalizar esta entrada les cuento una pequeña anécdota y los dejo con una foto. La semana posterior a aquel concierto, mientras comíamos en la calle, nos pareció haber visto dos veces a Facundo caminando por la calle, a sólo metros de donde estábamos. En ambas ocasiones discutimos si verdaderamente era él, aunque muy adentro estábamos seguros de que sí era. Quizás por temor al rechazo nunca lo abordamos para invitarle un café o una copa de vino y hablar de lo que sea. No me queda duda de que el maestro hubiese aceptado ese gesto con la cordialidad y la modestia que siempre lo caracterizaron.
La foto fue tomada por mi amigo Beto desde su apartamento, al lado del ND Ateneo, donde fue velado Facundo. De todos los sitios, el ND Ateneo...
miércoles, 6 de julio de 2011
Diccionario Argentino-Venezolano
Guita: Quiere decir dinero. Platita. Billullo. Los cobres. "Y... debo buscar laburo porque ya me quede sin guita, ¿viste?" ¿Cómo? ¿Que qué es laburo?
Laburo: Trabajo. Empleo. Ej: "Claaaaro, yo también escribiría en un blog si no tuviese laburo".
Mata fuego: Asi se le dice al extintor. Lógico porque sirve para matar el fuego.
Matahambre: Asi se le dice a un corte de la vaca. Lógico porque sirve para matar el hambre.
Matadero: Asi se le dice a un hotel baratongo. Lógico porque sirve para matar a... Para matar... Para matar el tiempo... Eso, el tiempo... Igual esto es alla en Caracas, pero me deje llevar. Jeje
Factura: Es como un dulce de panadería. La cara de bolsa que pone uno cuando le ofrecen una factura con cafe para desayunar, sin saber aún qué carajo son, no tiene precio.
Lágrima: Este es el café que pido yo aqui en Buenos Aires. Es como que un cafe con leche pero muy suave. Si lo quieres mas fuerte simplemente pides "un cafe con leche". Si lo quieres negro entonces pides un americano. No pongas esa cara cuando leas estos nombres y no olvides que nombres como "guayoyito" o un "tetero" no son tampoco términos muy normales.
Quilombo: Es un problema. Un lio. Un desastre. Un zaperoco. Un verguero. Un peo. Un cojeculo. En fin, todo eso es un quilombo.
Birome: Esta es bastante extraña. Significa boligrafo. En el tiempo de investigación para esta entrada del blog (sí, esto me lo tomo muy en serio e incluso hay horas y horas y horas de investigación. Pensabas que sólo me sentaba a escribir cualquier cosa, ¿no? Pues no.). Bueno, en la investigación para el blog encontre que aparentemente Birome era el nombre comercial con el que se vendian los primeros boligrafos del mundo, fabricados en Argentina. ¿Qué tal?
Mina: Mujer. Es sinonimo de muchacha.
Las Minas: Barrio caraqueño. Es sinonimo de robo seguro.
Cheto: Quiere decir sifrino. Cuando un cheto se las da de sabroson y tal, se les dice asi: "Ah bueno pues.. Vos te la das del arrecheto y tal?"
Campera: Vendría a ser para nosotros en Venezuela como una chaqueta. Existe también la chomba que es como la chemise nuestra y el buzo que no tengo idea aun que carajo significa pero creo que es como suéter con capucha. De ser asi es mucho mas practico decir buzo que suéter con capucha. Quizás eso sea algo que podemos usar allá en Venezuela. Una cosa mas de vestir es un polar que creo que es una referencia a un tipo de tela tipo gamuza. Esa si creo que esta jodido imponerlo en Venezuela ya que la palabrita ya tiene como que mucha significación para los venezolanos, bebedores por excelencia de cerveza.
No, no, por favor: Esto es lo que dice un argentino cada vez que le das las gracias. Es como un de nada. Al principio me chocaba bastante pero ya me acostumbre y ahora no le doy las gracias a nadie.
Gil: Quiere decir tonto. Cuando venga Gilmer a visitarme a Buenos Aires se las va a ver negras con ese nombre.
Palta: Asi se le dice al aguacate aquí. La leyenda cuenta que el que trajo el delicioso alimento a tierras argentinas era un caballero llamado Gregorio Palta que, como dato curioso, murió intoxicado con aguacates. De ahi viene el nombre. Todo esto es mentira, pero no tenia nada que decir al respecto y aproveche para inventarme este cuento.
Cachito: Deliciosa confección panadera rellena de jamón cortadito. No mentira. Aqui en Argentina significa algo asi como "un momentito" o "un poquito". Ejemplo: "Shoo estare libre en un cachito".
Zapato: Bueno, esta depende de cómo se use. Puede ser la cosa esa que se pone en los pies o puede ser un insulto. Sí, un insulto. Descubri esto mientras escuchaba una discusión en la calle. "¿Por que no movés tu carro, zapato?". "Muevelo tu, salami!". Aja, salami.
Salami: Es otro insulto. Aunque también es el embutido ese que se le echa a la pizza. Honestamente estos insultos son muy locos. No los entiendo aun ni me creo capaz de usarlos pero tendre que irme acostumbrando.
Bocha: Esto significa bola. O sea, en el sentido de bocha de helados, o por lo menos es en el unico contexto que lo he escuchado. Yo he tratado de crear una amalgama entre venezolano y argentino y ahora uso expresiones como "No pana, tu lo que estas es loco de bochas".
Sorete: Significa pupú. Asi de sencillo. Aqui se usan expresiones como "se me arruino mi día porque pise un sorete" o "vos sos un sorete".
Frutilla: Significa fresa. Se pronuncia frutisssshhha.
Yyyyyy...: Todas las oraciones en Argentina comienzan con esta palabra. Aun no he encontrado a un argentino que me explique el por qué de esto. Ejemplos: "Yyyyy, ¿qué hacés?" o "yyyyyy, ¿será que nos comemos un alfajor?" (Esto del alfajor es una exageracion. A pesar de lo que se cree en Venezuela, los argentinos no comen alfajores y toman mate todo el santo día)
Remera: Significa franela. Por ejemplo: "Yyyyy, ¿Shhhhhaa te compraste la remera amarisssssha?"
domingo, 3 de julio de 2011
El día que la Vinotinto se convirtió en el mejor equipo de fútbol del mundo
Esta fue una secuencia bizarra al final del partido, luego de concientizar de que habíamos logrado empatar el partido a Brasil durante los 90 minutos más extenuantes de mi vida. Estoy seguro de que pasarán días antes de que pueda soltar algunos músculos que aún tengo tensos, pero también estoy seguro de que por haberlos tensado tanto fue que el chute de Pato pegó en el poste izquierdo y que Vizcarrondo pudo salvar la de Robinho con su hombro ya tirado en el piso. No me cabe ni una duda. Además, el esfuerzo me valió este increíble momento en el que me brinque seis filas para juntarme con todos estos venezolanos a saltar y cantar al unísono la incansable "y donde estan? y donde estan? los hijoeputas que nos iban a ganar! y donde estan?" Fue un momento mágico, de esos que hacen que te apasiones tanto por el fútbol. De esos que hacen que tantos momentos jodidos con la selección hayan valido para algo. Coño, es que me pongo como guaraposo y todo... Es más, pónchame la bandera, Pedro...