jueves, 14 de julio de 2011

Sobre Facundo Cabral


Sobre los pendejos / Facundo Cabral

Un concierto de Facundo Cabral era una experiencia única. Yo lo vi en una sola ocasión, recien llegado a Buenos Aires en 2009. En esa ocasión me acompañó mi padre y la negrita (su esposa). Yo había recién descubierto que mi padre era tal admirador del trovador argentino y me sorprendió mucho cuando, frente a un afiche que anunciaba su concierto en un teatro porteño llamado ND Ateneo, había compartido con nosotros la idea de asistir.


El concierto fue un sábado, a sólo 2 semanas de que ellos regresasen a Caracas y me dejasen para empezar a vivir mi nueva etapa de vida. Así que mis emociones de por si estaban tan a flor de piel que así hubiésemos ido a ver un concierto de rock habría encontrado un grado sensible superlativo en lo que veíamos. Pero no era un concierto de rock. Era un concierto de Facundo, un viaje por la mente de un hombre que veía las cosas con igual grado de humor y de crítica social, un sujeto que confiaba sinceramente en que el mundo podía arreglarse con sólo amor. Sus palabras quedaría resonando en mi cabeza durante muchos días, mucho después de que mi padre ya no estuviese, como un eco de los últimos (y hasta ahora únicos) momentos que viví con el acá. Lo escuchaba posteriormente y me transportaba a esa noche de febrero, sentado en un bar con mi papá, conversando lo tanto que nos había gustado lo que había cantado y recitado el maestro.


Y es que Facundo tenía esa capacidad de resonar más allá de una primera escucha. Sus observaciones acerca de los argentinos, por ejemplo, sólo las entendí a medida que paso el tiempo, a medida que me sumergí más y más en esta cotidianidad. Mi papá y yo nos quedamos, por ejemplo, pegados en una frase que decía que los argentinos eran aquellos que "a toda solución le encontraban un problema". En el momento me causó gracia, pero hoy día, dos años después de haberla escuchado, es que creo que la logro entender a cabalidad.


Me enteré de su fallecimiento mientras viajaba en autobús a una ciudad llamada Santa Fe para ver un partido de la Copa América. Ahí me llego un mensaje de texto de Vicky que me afectó como si hubiese sido una noticia de un ser cercano a mi. A la media hora mi mamá me envió un correo que leía "Facundo fue la inspiración para todos los soñadores por un mundo mas justo y redimido". A la hora de haberme enterado le mandé un mensaje a mi papa contándole la noticia. De esa, mi papá aún no se ha recuperado. Tan sólo ayer, cinco días después de su asesinato, me mandó un correo en el que comentaba que era "increíble que el predicador de la paz haya muerto bajo esas circunstancias". Era Facundo algo que nos une y nos unirá por siempre.


Para finalizar esta entrada les cuento una pequeña anécdota y los dejo con una foto. La semana posterior a aquel concierto, mientras comíamos en la calle, nos pareció haber visto dos veces a Facundo caminando por la calle, a sólo metros de donde estábamos. En ambas ocasiones discutimos si verdaderamente era él, aunque muy adentro estábamos seguros de que sí era. Quizás por temor al rechazo nunca lo abordamos para invitarle un café o una copa de vino y hablar de lo que sea. No me queda duda de que el maestro hubiese aceptado ese gesto con la cordialidad y la modestia que siempre lo caracterizaron.


La foto fue tomada por mi amigo Beto desde su apartamento, al lado del ND Ateneo, donde fue velado Facundo. De todos los sitios, el ND Ateneo...



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