martes, 9 de agosto de 2011

Martes de empanadas


Cuando niño disfrutaba con frecuencia de las empanadas que hacía mi madre, caseritas y con cariño hogareño. En esa época yo era un poco jodido con la comida y rara vez me aventuraba a probar una que no fuese de queso.  Con el tiempo, y con mis viajes constantes a Puerto la Cruz y Margarita, comencé a abrir mis horizontes. La de cazón y yo tuvimos un primer encuentro mágico en una playa a eso de las 4 de la tarde un sábado. De la de pabellón recuerdo la impresión que me generó su peso. No está fácil meter todo eso en una pobre empanada. Ya para cuando tenía 18 pensé que sabía todo lo que tenía que saber de las empanadas. Hasta que me vine a Buenos Aires.

La principal diferencia entre las de aquí y las de allá es probablemente que las de acá se ven (y sospecho que son) más sanas. Las empanadas argentinas generalmente son horneadas y no bañadas en galones de aceite como las de Venezuela. Es importante acotar que esto último no es una queja, más bien exijo que mi servilleta en las playas venezolanas quede traslúcida luego de que me como una empanada. Eso es señal de que están buenas. Pero no debe ser muy sano. Aquí, por lo general, las hornean. Fuera de eso, obviamente los contenidos varían. En vez de cazón te puedes comer una de carne cortada a cuchillo (en serio se le dice así, eso no es un chiste. La carne suave es la molida, la cortada a cuchillo es como en trozos, en pedazos más grandes. Como si se hubiese cortado a cuchillo, pues...). En vez de la de pabellón pues te podría recomendar una de caprese que son bien buenas. En vez de ingerir una bomba de caraota con queso, ¿por qué no le echas una probada a una de maíz? (Al maíz aquí se le dice choclo pero a la empanada se le llama humita. Esta respuesta no la tengo. Si alguien sabe, pues le pido que me saque de mi laguna de ignorancia). Además tenemos en el menú, de queso y cebolla, carne picante, roquefort y muchas más. 

Las empanadas suelen comerse a cualquier hora, en cualquier contexto, pero suelen ser, junto a la pizza, una de las cosas más populares para pedir por delivery. Pinto la imagen: unos panas se reúnen en casa de alguno a tomar birras y echar cuentos. Se ríen, la están pasando bien. Pero el dueño de la casa es un agarrao y sólo pone unos manicitos en la mesa que, obviamente, se acaban con rapidez. El hambre pega en las barrigas, las tripas suenan. Nadie va a cocinar. "¿Y sí pedimos unas empanadas?", sugiere siempre el más hambriento, comentario que siempre es recibido con sonrisas y aprobación. ¡Saz! Una docena de empanadas en camino.

Dato suelto de empanadas 1: La mayoría de los lugares de empanadas tienden a tener métodos inteligentes para identificar cada una de acuerdo a su contenido, principalmente a través de un sello con las iniciales del contenido en su esquina (cc para cortada a cuchillo, qc para queso y cebolla)  . Pero hay sitios que traen como una leyenda con dibujitos para identificar las empanadas de acuerdo a su forma. Yo, personalmente, recomiendo alejarse de estos sitios al menos de que seas de esos muertos de hambre que disfruta morderle las empanadas de los demás mientras busca la suya, excusándose con un "ah, disculpa, pensé que esta era la mía".

Dato suelto de empanadas 2: Al igual que las facturas, suelen ser más baratas por docena.

Dato suelto de empanadas 3: Son chiquitas así que con tres o cuatro es que vas bien.



Mañana, choripanes. Me dio hambre la cosa. Veo en mi futuro cercano par de caprese.

Pedro, el infiltrado

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