Probablemente el principal cambio que un venezolano puede sufrir en un país como Argentina es el de tener que vivir las cuatro estaciones. Lamentablemente, cuerpecitos tropicales como el mío han sido malacostumbrados a un clima idílico en el que sólo cabe preguntarse si va o no va a llover para sacar o no el paraguas. ¿Pero una chaqueta gruesa en Caracas? ¿Una bufanda que no sea con el sólo fin de verse cool y tal? ¿Ropa interior larga, por Dios? Tendrías que estar un poco loco, sí...
Entonces, ¿qué pasa cuando un bicho de clima ecuatorial se muda a un país como este? Bueno, no puedo negar que tiene su encanto en un principio. Cuando mi primer otoño se fue convirtiendo en mi primer invierno lo recibí con ansias, como un niñito ante el prospecto de algo nuevo y no explorado. "Hace un par de años nevó aquí en capital", me decían. Yo no cabía en mí. Me quería llenar de capas de ropa, estrenar mi chaquetota para el frío. Y así llegó. Y así pasaron los días y las semanas. Y mi ansiedad se convirtió en una realidad, una realidad que me fue entumeciendo la cara, resecando los labios y, más que nada, destruyendo mi nariz y mi sistema olfativo.
Todo aquel que me conoce sabe que mi sinusitis no empezó aquí sino que lleva años desarrollándose. Todo aquel que no me conoce probablemente no querrá conocerme al terminar de leer este párrafo. Soy notoriamente conocido por llevar papelitos en mis bolsillos como si fuesen coleccionables y de interrumpir cualquier silencio con mis soplidos. Eso había cambiado hace un tiempo, luego de operarme por allá por 2006. Pero nada como un buen invierno con sus esporádicas olas polares para sacar a relucir cualquier alergia y fomentar el regreso del temido papelito en la mano... The return of el papelito, si me permiten...
Y para aquellos que tienden a idealizar la primavera con frases tipo "ay, que bellas las flores en la primavera, que verde el pasto, que hermoso el mundo", pues les tengo unas noticias poco prometedoras. La belleza de la primavera es directamente proporcional a la alergia que suscita en personas como yo. El polen es enemigo público número uno en mi libro. El invierno me deja mareado y la primavera me remata. El invierno es como los tipos esos que puyan al toro el lomo, la primavera es el sujeto que da la estocada final (lamento haber acudido a la analogía taurina, pero es que es bastante ilustrativa. Aquí en Buenos Aires Infiltrada no apoyamos ese tipo de actividades, por si acaso).
La semana pasada apelé a la medicina homeopática a ver qué tal me va con eso. Gotitas, gotitas y más gotitas. Si alguno de mis queridos lectores tiene alguna sugerencia adicional, será cordialmente bienvenida en la sección de comentarios. Quiero poder oler de nuevo...
Bastante deprimente esta entrada ahora que la releo. Pero para despedirme lo haré con una linda nota. ¡Mi mamá llegó hoy sábado a Buenos Aires a quedarse un mes! Para todo aquel que ha tenido a su padre o madre visitando mientras vive en un país lejano sabrá entender lo bonita que es esa experiencia. El mes de septiembre en el blog estará sazonado con un poco de amor maternal.
Pedro, el infiltrado
La semana pasada apelé a la medicina homeopática a ver qué tal me va con eso. Gotitas, gotitas y más gotitas. Si alguno de mis queridos lectores tiene alguna sugerencia adicional, será cordialmente bienvenida en la sección de comentarios. Quiero poder oler de nuevo...
Bastante deprimente esta entrada ahora que la releo. Pero para despedirme lo haré con una linda nota. ¡Mi mamá llegó hoy sábado a Buenos Aires a quedarse un mes! Para todo aquel que ha tenido a su padre o madre visitando mientras vive en un país lejano sabrá entender lo bonita que es esa experiencia. El mes de septiembre en el blog estará sazonado con un poco de amor maternal.
Pedro, el infiltrado