"La primera regla de fútbol en la Capillita es: nadie habla de fútbol en la Capillita...
La segunda regla de fútbol en la Capillita es: NADIE habla de fútbol en la Capillita"
Aquellos que captaron la referencia a Fight Club, los felicito. Son exactamente el tipo de lectores que quiero en este blog. Aquellos que no, pues les tocará poner un poquito más de su parte para la próxima, ¿ok? Desde hace ya dos meses he estado asistiendo religiosamente a jugar fútbol 5 cada semana en una cancha del barrio Belgrano. ¿Los participantes? Un grupo formado mayoritariamente por venezolanos, todos empeñados en demostrar que son los próximos grandes talentos futbolísticos en el anonimato.
Bueno... En realidad no es para tanto. La noche de fútbol en la Capillita sirve más para drenar el estrés de la semana que más nada. No voy a negar que de vez en cuando hay algunos destellos de grandeza, unos relampagazos de buen fútbol. Pero lo de drenar es lo más importante, de ahí la referencia a la película de Brad Pitt. Bueno, de ahí y del hecho de que todos quedamos moreteados y caminando con dificultad el resto de la semana. Pero en paz. Fútbol en la Capillita es lo único que nos mantiene a veces alejados de robar un banco o secuestrar un colectivo. Para descansar los ojos, una foto mía el día del encuentro...
Según recuerdo, la iniciativa se disparó después de la gloriosa participación del seleccionado venezolano en la pasada Copa América. Bastó que pasase un evento así para que todos quisiéramos salir a buscar anotar nuestros propios goles. Y es que en la Capillita nos la creemos completa. Los habituales como Ricardo, José Saúl, Hernán, Wilmer y yo pasamos días preparándonos para el encuentro, lo llenamos de expectativa desde mucho antes, lo analizamos hasta la saciedad durante ratos después. Es más, ahora que lo pienso, la única regla de fútbol en la Capillita es que se habla un montón del fútbol en la Capillita. El juego transcurre tarde, muy tarde, a eso de las 11 de la noche. Yo para llegar debo agarrar metro y colectivo de ida y caminar 8 cuadras hasta el colectivo que me trae de regreso a las 12 y media de la noche. En chores. En invierno. Sudado. Pero sonriente
Según recuerdo, la iniciativa se disparó después de la gloriosa participación del seleccionado venezolano en la pasada Copa América. Bastó que pasase un evento así para que todos quisiéramos salir a buscar anotar nuestros propios goles. Y es que en la Capillita nos la creemos completa. Los habituales como Ricardo, José Saúl, Hernán, Wilmer y yo pasamos días preparándonos para el encuentro, lo llenamos de expectativa desde mucho antes, lo analizamos hasta la saciedad durante ratos después. Es más, ahora que lo pienso, la única regla de fútbol en la Capillita es que se habla un montón del fútbol en la Capillita. El juego transcurre tarde, muy tarde, a eso de las 11 de la noche. Yo para llegar debo agarrar metro y colectivo de ida y caminar 8 cuadras hasta el colectivo que me trae de regreso a las 12 y media de la noche. En chores. En invierno. Sudado. Pero sonriente
La única vez que falté fue el martes antes de mi cumpleaños. Agobiado por una gripe, mi mamá me prohibió salir de la casa. Yo traté de argumentarle que estaba bien mientras irónicamente le tosía un pedazo de pulmón a su lado y la nariz me chorreaba a cántaros. Probablemente haya sido lo mejor no asistir ese día, pero igual es difícil poner en palabras lo importante que es ese juego para mi paz mental. Es como el viernes de los tragos after office o la salida para la playa el fin de semana. Es una válvula de escape que todos necesitamos. Así sea tejiendo bufandas en un curso con ancianas, te recomiendo que, si aún no la tienes te vayas buscando tu Capillita desde ya.
Pedro, el infiltrado
Chores, Pedro Camacho??? Chores?? Si no captas la referencia a la Pelota de Letras, pues debes verla ya!
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