Pedro, el infiltrado
6 de julio de 2011
Buenísimo esto de citarse uno mismo. Bastante egocéntrico y pretencioso, eso sí. Pero detrás de ello sí hay algo muy interesante y es aquello de releerse pasado un tiempo y redimensionar lo vivido. Si hubiese encontrado laburo antes quizás no se me hubiese ocurrido comenzar este blog en 2009 y luego reactivarlo el año pasado. O quizás sí. Pero siempre quedará la duda. Sin embargo esta entrada no trata acerca de la nostalgia ni nada de eso. Trata acerca de que encontré laburo. Y ya era hora. No sólo de pan vive el hombre, sino que hay que echarle algo a ese pan para que sepa bien. Y últimamente, con los precios subiendo y la inflación y las Malvinas y lo de YPF, cada vez se me hacía más complicado costearme la existencia.
Pero llegó mi buena amiga Leisa y me tendió una mano. Aunque más que la mano me tendió un correo diciendo que en su empresa estaban buscando gente. ¿Que de qué es la empresa? Pues eso no es importante. Lo importante es que recibo correos y los clasifico y lleno tablas. Un trabajo bastante mecánico y tal. Y no pretendo menospreciarlo, en lo absoluto. Conozco ya a varias personas que en la empresa han surgido y ascendido a puestos altos. Pero lo cierto es que lo mío es otra cosa, es esto de escribir y de andar con camaritas grabando. Pero lamentablemente eso no se dio con mucha facilidad por acá así que toca aprender hacer de esos limones, limonada.
Canción del trabajo, por Los Prisioneros.
No es reflejo de lo que pienso, pero no deja de resonar en mi cabeza a veces
Para ser aún más sinceros, es tan sólo mi segundo trabajo de oficina, oficina. De esos con horarios y esas cosas. Así que se me ocurrió hacer una listica con mis principales impresiones del primer mes de laburo. Llévatelo...
- Entro a las 7 am. Y vivo a una hora así que salgo a las 6 de casa. Pero debo bañarme antes, por lo tanto debo pararme a las 5 y 30. Desde mis últimos días de secundaria que no me tocaba despertarme tan temprano a diario. De más está decir que la ciudad es bastante distinta a esa hora, oscura, más fría y con muchas personas borrachas, volviendo de fiesta. Sí, sí, de esas personas que lo ven a uno como el sujeto raro mientras van dando tumbos esperando toparse con alguna puerta que se parezca a la de su propio edificio.
- Ah, ¿que por qué me tardo una hora en llegar al trabajo? Muy buena pregunta. Bueno, eso sucede porque este trabajo queda en Martínez, más allá de Buenos Aires, "por allá por donde se enchufa el sol", como solía decir un buen amigo. Es más, de regreso me tardo una hora y cuarto. Aunque la verdad es que ese tiempo en el colectivo pasa volando, probablemente porque lo duermo casi en su totalidad.
- Como era de esperarse en un trabajo en Buenos Aires, pues la mayoría de mis compañeros y compañeras son argentinas. Y eso es algo bastante bueno, así sea sólo por el hecho de que tendré un montón de palabras y expresiones para agregar al diccionario argentino-venezolano. No, no sólo por eso. La verdad es que es un ambiente bastante alegre y mis compañeros, hasta ahora, han sido muy amables conmigo. El trabajo es bueno porque me permite infiltrar no sólo su ciudad sino sus cerebros, generando cada vez más contenido a este blog. Ellos no saben pero los estoy observando... Todos los momentos del día...
- Llego a casa a las 3 de la tarde, dejándome suficiente tiempo en el día como para escribir y seguir trabajando en mis proyectos personales. Eso está bueno, sí. Si tan sólo tuviese energía ilimitada funcionaría bien. Aunque probablemente toque acostumbrarse al cambio de horario de mis días y hacer ciertas modificaciones: dormir más temprano, cenar más temprano, desayunar más temprano... En general hacer todo más temprano, como si viviera los días en horario venezolano pero estando acá. Cuando no cumplo esa regla de acostarme temprano ando zombie el día siguiente, sin poder discernir entre la realidad y los sueños. Y recuerdo a todos aquellos a los que incitaba a joder hasta tarde a pesar de que trabajaban el día siguiente. Y me provoca golpearme por bocón.
- Y de último, un pensamiento. Si de algo me ha servido este laburo (además de aquello del sueldo fijo) es para apreciar un buen fin de semana, a valorar una caminata por un parque, una mañana en la que pueda despertarme a las 11. Muchas cosas que daba por sentadas o que al menos ahora se sienten mucho más placenteras. Me voy con una cita. Pero de las verdaderas, no de esas mal hechas como la que comenzó la entrada.
Pedro, el infiltrado
- Llego a casa a las 3 de la tarde, dejándome suficiente tiempo en el día como para escribir y seguir trabajando en mis proyectos personales. Eso está bueno, sí. Si tan sólo tuviese energía ilimitada funcionaría bien. Aunque probablemente toque acostumbrarse al cambio de horario de mis días y hacer ciertas modificaciones: dormir más temprano, cenar más temprano, desayunar más temprano... En general hacer todo más temprano, como si viviera los días en horario venezolano pero estando acá. Cuando no cumplo esa regla de acostarme temprano ando zombie el día siguiente, sin poder discernir entre la realidad y los sueños. Y recuerdo a todos aquellos a los que incitaba a joder hasta tarde a pesar de que trabajaban el día siguiente. Y me provoca golpearme por bocón.
- Y de último, un pensamiento. Si de algo me ha servido este laburo (además de aquello del sueldo fijo) es para apreciar un buen fin de semana, a valorar una caminata por un parque, una mañana en la que pueda despertarme a las 11. Muchas cosas que daba por sentadas o que al menos ahora se sienten mucho más placenteras. Me voy con una cita. Pero de las verdaderas, no de esas mal hechas como la que comenzó la entrada.
Dichoso es aquel que tiene una profesión que coincide con su afición.
(George Bernard Shaw)
Pedro, el infiltrado
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