Valía la pena tomarse un par de parrafitos para celebrar las 10 mil visitas a Buenos Aires: Infiltrado. A todos aquellos que con regularidad entran y pasan un rato en estos confines, les agradezco. Es un espacio que atesoro bastante y que espero poder mantener mientras esta ciudad me siga acobijando.
¡Nos vemos dentro de 10 mil visitas más! No bueno, en realidad nos vemos dentro de unos días que estaré publicando el diccionario argentino/venezolano en su tercera edición. Ahí les dejo esa perlita para que la vayan masticando.
Hay un nombre que hace temblar la vida nocturna porteña... Un nombre que es sinónimo de fiesta, de alegría y de regreso en colectivo a las 5 de la mañana... Un nombre indispensable en la dieta del rumbero en Buenos Aires... Y ese nombre es Fernet. Para los que no la conocen, es la bebida por excelencia del fiestero en este país. Se toma por lo general con Coca Cola y es bastante sabrosa. O al menos eso me cuentan, porque yo sinceramente nunca me he podido terminar un vaso. Ya son incontables las ocasiones en las que he intentado ingerirlo pero no puedo sobrepasar nunca el sabor a jarabe para la tos al que me remite. Y lo he intentado en múltiples contextos, con distintos grupos de personas, antes de haber tomado otras cosas y al final de la noche, cuando ya todo sabe a lo mismo. Y ni siquiera así.
Algunos me han dicho que es cuestión de costumbre, que inevitablemente mientras se pasa más y más tiempo en esta ciudad le agarras el gusto al Fernet. Pero también suelen decir lo mismo del acento argentino, otra cosa que veo bastante difícil que pase por mi boca. Ahora, a todas estas, ¿de dónde viene el Fernet? Pues yo no se por qué razón tenía tallado en mi mente que venía de la alcachofa. Pero no, nada de eso. El asunto viene de una mezcla de mirra, ruibarbo, manzanilla, cardamomo y azafrán, todos maceradas en uvas. Jamás pensé en escribir la palabra "ruibarbo" en toda mi vida, pero ahí está, en los ingredientes de este brebaje espirituoso de 45 grados de alcohol, suficientes grados como para dejar a sus consumidores con lenguas trabadas y caminares zigzagueados...
Cada vez que pasa algún conocido a visitar Buenos Aires lo obligo a probar un vasito de Fernet con cola, a modo de iniciación. Como siempre suelo decir: "un choripan, una milonga y un buen fernet o no podrás decir que viniste a esta ciudad". Bueno, en realidad no digo eso. A decir verdad la frase suena bastante cliché. Pero sí es cierto que vale la pena probarlo ya que, para bien o para mal, es un sabor incomparable.
Los dejo con un comercial de Fernet. Es bien gracioso y además actúa un pana mío, el que interpreta al novio de la muchacha. Algún día de estos me tocará escribir una continuación de este artículo profesando mi nueva devoción por la gloriosa bebida a base de ruibarbo y otras especies. Pero hasta que ese día no llegue, recomiendo me brinden cerveza si quieren que salgamos a tomarnos algo.